top of page

Artículo: La importancia de la empatía con nuestros mayores.


Capacidad cognitiva de percibir

¿Cuántas veces hemos maldecido a esos profesionales que se dirigen a nosotros con “su vocabulario”, haciéndonos sentir incultos e incluso inútiles? ¿En cuántas ocasiones hemos dudado de preguntar ciertas cosas que no entendemos por miedo a hacer el ridículo? ¿Qué sentimos cuando alguien nos trata así? Imagínense, una situación que nos ahoga, de la que no sabemos cómo salir, ni qué paso dar posteriormente porque estamos perdidos, saturados y, una vez vencido este miedo, probamos a acudir a ese profesional para que nos ayude, nos oriente o, simplemente, para que nos escuche atentamente. Pero cuál es nuestra sorpresa al ser conscientes de que no conseguimos empatizar, no logramos entender lo que nos dice, nos sentimos incluso peor de lo que habíamos llegado y optamos por hacerle ver que sí nos ha ayudado y decidimos marcharnos; ahora bien, al llegar a casa, la realidad nos espera de nuevo de frente y, nosotros, una vez más, revivimos lo que no somos capaces de superar, de pasar página.

Necesidad de abandonar tecnicismo para llegar a los mayores

¿Alguna vez nos hemos parado a pensar que esto es lo que les ocurre a nuestros mayores en el día a día? Ya no con un profesional del que necesita sus conocimientos para sobrellevar su particular situación, sino incluso con su propia familia. Justamente por esto, no consigo entender esos profesionales que necesitan recurrir a un vocabulario técnico para hacer creer que controlan el tema, que han estudiado para ello y que están en ese puesto laboral porque así lo han conseguido. Permítanme decir que un buen profesional no es el que más palabras técnicas sabe, sino aquel que sabe llegar a la persona que tiene en frente, el mismo que sabe ponerse en su lugar y comprender la situación de la que le están hablando. La famosa y tan necesaria capacidad de la empatía; el ponerse en el lugar del otro y solamente con esto conseguiremos entender a esas personas que se ahogan, que sonríen o que ven la vida de otra forma distinta a la nuestra. No todos somos iguales y, por tanto, no todos reaccionamos de la misma manera a las mismas cosas.

Empatía profesional y empatía personal

Ahora bien, ¿empatía sólo profesionalmente? Tajantemente, NO. Nuestros mayores han luchado mucho para conseguir lo que actualmente tienen; se sienten orgullosos por haber llegado a donde están y, lo más importante, de haber formado la familia que tienen a pesar de que, en muchos casos, no les hacemos saber lo importantes que son para nosotros, llegando, incluso, a hacerles sentir como un estorbo. Pero nunca es tarde para rectificar, para practicar la empatía, para ponernos en su piel y pensar cómo nos gustaría a nosotros que nos explicasen algo o, simplemente, la forma en la que anhelaríamos que se dirigiesen a nosotros en el momento de hablar; únicamente así seremos capaces de hacerles sentir importantes y de que sus últimos años de vida sean, sino los mejores, no los peores.

Por Carolina Cendal Villaverde, Trabajadora Social


bottom of page