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La termorregulación corporal no funciona bien en los ancianos, que detectan más tarde el calor


“Por ejemplo, cuando uno tiene calor, se da una señal térmica en el hipotálamo y se envían órdenes a nivel de la piel de manera que se produce una vasodilatación periférica… o también otra orden al riñón manda el mensaje de que hay que guardar agua, disminuyendo la orina, pero, en los mayores la función renal ya está deteriorada…”. Así, el calor se detecta tarde y mal y con ello se ve afectada la capacidad del cuerpo de reaccionar y adaptarse al calor, señala el especialista, explicando que “no es que no lleguen a notar el calor, es que lo hacen con un umbral de calor mucho más elevado que una persona joven”

Hay que tener en cuenta además que en muchos de los casos las personas mayores presentan enfermedades crónicas y que están habitualmente polimedicadas, circunstancias que también alteran la capacidad del cuerpo para luchar contra las altas temperaturas.

Mayor riesgo Además, advierte el doctor, que en el caso de las personas con trastornos cognitivos hay riesgo añadido. “El riesgo de mortalidad en épocas de calor es un 30% más alto en una persona con un deterioro cognitivo porque no no tiene capacidad para luchar contra el calor”.

“No tiene la capacidad, por ejemplo, ni tan solo para reaccionar y quitarse ropa si hace calor, beber agua cuando tenga que hacerlo o abrir las ventanas para que corra el aire…no puede luchar activamente”, señala el especialista.

¿Y qué puede pasarles a los mayores si no estamos pendientes de que al menos esté en un entorno adecuado, hidratados, vestidos ligeramente, frescos… en estos días de calor? El doctor Fernández comenta que los efectos del calor en la salud de las personas pueden ser leves, moderados o graves, encajando en este último el llamado golpe de calor.

Así, los efectos más leves suelen se calambres, espasmos dolorosos que se dan, sin embargo, más en personas más jóvenes que hacen esfuerzos físicos y hacen reposición con agua y no con bebidas isotónicas. Reposo en ambiente fresco y bebida isotónica suele bastar.

Un segundo nivel de efectos es el llamado agotamiento por calor. Es ya un cuadro de gravedad moderada y es el que más pueden sufrir las personas ancianas, “por ejemplo un anciano cardiópata y en tratamiento con diurético, en una situación de calor de verano”.

Los síntomas de este cuadro y ante los que hay que actuar son: sudoración, debilidad muscular, hiperventilación, la tensión disminuye, taquicardia, dolor de cabeza, vómitos y diarrea. “Además, es un cuadro que de instalación lenta, de días y normalmente no suele haber afectación neurológica”.

La situación más grave –“y que afortunadamente es la menos común”, apunta Sergio Fernández- es el golpe de calor. Se produce cuando la temperatura central (la que se toma con el termómetro) supera los 40 grados. “Es muy grave porque hay un fallo de termorregulación, el cuerpo ha perdido la capacidad de regular la temperatura y va aumentando. Apartir de 40 grados es un golpe de calor y a partir de los 41 puede haber daño neurológico”.

En este caso, el tratamiento es urgente, enfriamiento externo e interno. “En realidad los síntomas son parecidos a los del agotamiento por calor, pero aquí ya se produce un deterioro del nivel de conciencia. Puede llegarse al coma profundo”.

Y, como apuntaba antes el doctor Fernández, deben tenerse también en cuenta que la medicación es también un factor de riesgo. En las personas mayores si ya su capacidad es mucho menor, su polimedicación es un problema añadido.

Por ello, es muy importante que en verano, con el consejo del médico, sea éste el que aconseje al anciano qué medicamentos deben retirarse o sustituirse para reducir riesgos.

Cuidado con los diuréticos El doctor Fernández explica que, por ejemplo, hay que tener especial cuidado con diuréticos (furosemida) porque pueden incidir en la deshidratación, y también con los antiiflamatorios o aquellos medicamentos que pueden afectar la función renal.

También tienen riesgo los antidepresivos y neuroelépticos o los fármacos que se toman para cardiopatías y tensión arterial. Igualmente los broncodilatadores o aquellos que pueden producir un aumento de la sensación de calor como las hormonas tiroideas.

Además, insiste en doctor, en que hay medicamentos que pueden producir hipertermia por sí solos (como los neuroelépticos o antidepresivos) y que son también peligrosos, en situaciones de calor, los que actúen sobre el estado de vigilia de la persona, como ansiolíticos o hipnóticos, que pueden impedir que el paciente tome medidas activas contra el calor.

“Ahora bien, hay que tranquilizar. No es que no se puedan tomar estos medicamentos sólo hay que tener en cuenta que los ancianos los toman”. Es el médico el que debe decidir el plan de medicación.

Y, finalmente, los consejos para abordar bien el calor son muy sencillos. Hidratarse adecuadamente, líquido -cada uno necesita una ingesta concreta de líquidos- una buena diuresis. Es importante hacer esas consultas con el médico de cada uno.


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