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Artículo: El dolor de espalda supone una amenaza para la vida de los mayores.


El dolor de espalda es una de las afecciones más comunes en todo el mundo. De hecho, a día de hoy conviven en el planeta más de 700 millones de personas afectadas por esta dolencia que, sobre todo localizada en la zona lumbar, supone la primera causa de discapacidad global. Sin embargo, parece que este dolor de espalda no ‘solo’ compromete la calidad de vida de los pacientes, muy especialmente de los más longevos. Y es que según un estudio llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Sídney (Australia), los mayores que sufren dolor de espalda tienen un riesgo hasta un 13% mayor de morir por cualquier causa.

Como explica Paulo Ferreira, co-autor de esta investigación publicada en la revista « European Journal of Pain», «nuestros resultados muestran que, comparados frente a aquellos sin este tipo de dolor, las personas que padecen dolor en el cuello y la espalda tienen una probabilidad un 13% superior de fallecer cada año. Se trata, por tanto, de un hallazgo significativo dado que la mayoría de la población piensa que el dolor de espalda no supone una amenaza para la vida».

Esperanza de vida comprometida

Si bien hasta una tercera parte de la población global padecerá dolor de espalda en algún momento de su vida, el número de estudios desarrollados para evaluar el efecto de esta dolencia sobre la esperanza de vida en las personas mayores es ciertamente escaso. Todo ello a pesar de que, tal y como ocurre con este dolor, el envejecimiento poblacional es un proceso común en muchas regiones del planeta.

De ahí la importancia de esta nueva investigación, llevada a cabo con la participación de 2.195 parejas de gemelos daneses con edades superiores a los 70 años. Y de acuerdo con los resultados, padecer dolor de cuello y espalda supone una amenaza vital a tener muy en cuenta en las personas mayores.

El mejor tratamiento para el dolor de espalda es seguir un estilo de vida saludable que incluya el ejercicio físico

Paolo Ferreira

Como indica Paulo Ferreira, «nuestro estudio ha sido realizado con gemelos, por lo que es muy poco probable que los factores genéticos compartidos, totalmente controlados en nuestro análisis, hayan tenido ninguna influencia sobre los resultados».

Pero, con independencia de los factores genéticos, descartados tras analizar los casos, numerosos, en los que un participante padecía dolor de espalda pero no así su gemelo, ¿por qué esta dolencia de espalda compromete la vida de los afectados? Pues la verdad es que, como reconocen los propios autores, no se sabe. Sin embargo, como puntualiza Paolo Ferreira, «es posible que el dolor de cuello y espalda forme parte de un patrón de peor salud y peor capacidad funcional, lo que incrementaría el riesgo de mortalidad en la población mayor».

Sea como fuere, como apunta Matthew Fernández, director de la investigación, «el dolor de espalda debe ser reconocido como una importante comorbilidad que puede impactar sobre la calidad y esperanza de vida de la población. Así, y con una población sometida a un cada vez más acelerado proceso de envejecimiento, la salud de la espalda es un aspecto crítico para mantener la independencia de las personas mayores».

Hay que ‘moverse’

Los autores ya habían demostrado en un estudio previo que las personas con depresión tienen un riesgo hasta un 60% mayor de padecer dolor de espalda en algún momento de su vida. Tal es así que el tratamiento de la depresión puede jugar un papel muy importante para prevenir esta dolencia y, por ende, no comprometer la esperanza de vida del afectado.

Pero, una vez que aparece el dolor, ¿qué se puede hacer? Pues según el nuevo estudio, la solución no se encuentra en los fármacos que la población toma asiduamente para tratar de aliviarlo. Es decir, ni en los antiinflamatorios no esteroideos (AINE) –como el ibuprofeno o la aspirina– ni en el paracetamol, que además de ser inefectivos provocan efectos secundarios muy molestos y, en algunos casos, incluso graves.

Como concluye Paolo Ferreira, «la mayoría de los fármacos no son eficaces, y la cirugía no suele ofrecer buenos resultados. De hecho, el mejor tratamiento para el dolor lumbar es seguir un estilo de vida saludable y que incluya la actividad física. La gente tiene que moverse».


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