El agua, representa aproximadamente las dos terceras partes del peso corporal. Dentro de sus principales beneficios tenemos que es esencial para el buen funcionamiento de los riñones, evita la deshidratación, mantiene la temperatura corporal normal y ayuda a la digestión y absorción de nutrientes.
A medida que envejecemos va disminuyendo la proporción de agua de nuestro cuerpo, pasando del 80% del peso corporal en los niños, hasta el 60% en hombres y el 50% en mujeres de edad avanzada. Existe además, una disminución de la masa muscular y un aumento del tejido graso en la edad avanzada. Es por esto que los requerimientos de agua no son iguales en las distintas etapas de la vida.
Es así como en los adultos mayores oscilan entre 30-35 ml por kg de peso/ día o bien 1-1,5ml por cada kilocaloría ingerida en la dieta. Ello implica un total de unos 2.000-2500ml/día, equivalentes a unos 8-12 vasos. Estos requerimientos podrían modificarse de acuerdo a la actividad física, condiciones ambientales, consumo de alcohol, enfermedades etc.
Repercusiones de la deshidratación
Entre los factores que afectan el consumo de agua en los adultos mayores podemos mencionar algunos cambios fisiológicos tales como: menor sensación de sed, saciedad precoz frente a menor ingesta de agua, función renal disminuida y aumento de la pérdida de líquidos, disminución de las funciones gustativas y menor apetencia por los líquidos, y por consiguiente, se encuentran los cambios funcionales: como las restricciones de movilidad o acceso, y uso de medicamentos (diuréticos, laxantes, etc.).
Por lo anterior, los adultos mayores son especialmente sensibles frente a la deshidratación. Para mejorar la hidratación en el adulto mayor se recomienda consumir agua aunque no se sienta la sensación de sed, esta ingesta debe ser de manera gradual a lo largo del día, principalmente en la mañana (300-400 ml), para evitar los despertares e incontinencia nocturna y prevenir el estreñimiento. En cada comida (desayuno, almuerzo, once, cena) se aconseja beber un vaso de agua para favorecer la ingestión de sólidos, y durante los periodos entre comidas tomar a lo menos 4-6 vasos de agua fraccionado.
Finalmente para mantener una correcta hidratación, la ingesta de líquidos debe ser en forma de agua en ningún caso reemplazar por bebidas o jugos. El agua puede ser de grifo o mineral baja en sodio y se debe controlar además, el consumo de té y café, ya que altera el sueño y al tratarse de líquidos diuréticos, contribuyen a la deshidratación, en especial cuando se bebe poco líquido.