Los últimos casos de fallecimiento y/o de olvido de Adultos Mayores (AM) tienen como factor común la situación de maltrato, abandono y negligencia.
En todos ellos, se descubre el factor común del abandono que “se produce cuando cualquier persona o institución no asume la responsabilidad que le corresponde en el cuidado de un adulto mayor o, que habiendo asumido su cuidado o custodia, lo desampara de manera voluntaria”, además, se descubre que aquellos que conocían de esta situación y les correspondía, actuaron con negligencia ante la solución.
De acuerdo al Censo 2017, los adultos mayores alcanzan los 2 millones 850.171 personas, representando el 16,2% de los habitantes del país. Solo 3 de cada 10 de ellos, mantiene un trabajo remunerado. Alrededor del 70% de estos son autovalentes, aunque más del 12% de ellos viven solos.
Aproximadamente un 10% de estos viven bajo la línea de la pobreza, mientras que unos 30.000 habitan en instituciones de acogida, número incierto, pues un importante porcentaje de esas son ilegales.
La situaciones de maltrato al adulto mayor con frecuencia son ocultadas, por diversas razones. Debido a esto la dimensión real del abandono, es desconocida. O, de ser estadísticamente conocida, no se logra identificar quiénes y dónde están aquellos individuos víctimas.
Esta es una de las limitaciones de las políticas públicas fomentadas por los diversos gobiernos del país; el que no tiene un reflejo en las realidades locales, por el desconocimiento del territorio, aunque se marquen los limites en un mapa.
En esto último, los gobiernos locales y organizaciones comunitarias deben trabajar unidas y coordinadas para levantar catastros reales y específicos de la situación de los adultos mayores, que los puedan guiar en la aplicación eficaz y eficiente de las políticas públicas.
Así las cosas el rol de la sociedad en esta situación, además de lo mencionado, fluye por infinidad de vertientes, algunas de ellas:
Programas de preparación para la jubilación que permitan planificarla con tiempo y conocimiento, dándole un significado y propósito, manteniendo un rol familiar y productivo, fomentando la vida social y un sentido de utilidad en su actividad.
Crear un proceso de jubilación progresiva que permita mantener un rol productivo por el tiempo que el sujeto considere necesario y las condiciones de salud se lo permitan. Aunque para este propósito se requiere un mercado que entregue oportunidades laborales reales al adulto mayor.
Generar oportunidades de educación y capacitación para este segmento en los distintos niveles existentes en la sociedad. De hecho, en varios países desarrollados existen universidades para adultos mayores. En este sentido, varios estudios demuestran que el deterioro cognitivo es inversamente proporcional a los años de escolaridad del individuo.
Crear organizaciones pro ayuda a las personas mayores y fortalecer las ya existentes; con un voluntariado que los apoye tanto a ellos como a sus organizaciones.
Estimular y apoyar a instituciones de salud especialistas que se inserten en la comunidad, pudiendo llegar efectivamente a esta población. Hoy día la gran mayoría de éstas están alejadas de los hábitats de los mayores, haciendo muy difícil el acceso para personas con dificultades o limitaciones en la movilidad.
Fortalecer el acceso a una salud oportuna, adecuada y digna.
Mejorar las pensiones de los jubilados, hasta que esta alcance los mismos montos que las remuneraciones recibidas.
A nivel personal, también se pueden tomar muchas medidas que mejoren el periodo de vejez; considerando que serán únicas y particulares para cada persona, para eso:
Es recomendable vivir en familia. Esta fortalece los aspectos emocionales, cognitivos y físicos. Ayudar en la crianza de los nietos, de ser posible.
Participar en la comunidad en forma regular, disminuye el riesgo de deterioro cognitivo y físico a la mitad. Esto puede ser a través de Clubes para la tercera edad, de gimnasia, folklóricos, organizaciones sociales, voluntariados de ayuda a otros, etc.
Cuidar la salud, especialmente la cardiovascular, adhiriendo a las medidas y tratamientos indicados por los profesionales médicos.
Desarrollar hábitos saludables de alimentación, actividad física e intelectual; eliminando hábitos perniciosos como el alcohol en exceso, el tabaco, la obesidad y el sedentarismo.
Mejorar la escolaridad, asistiendo a cuantas oportunidades de capacitación o educación estén al alcance y de acuerdo a los intereses propios.
Realizar actividad intelectual con la mayor exigencia abordable. Leer, juegos de salón, resolución de puzles, crucigramas, sopas de letras, aprender nuevas actividades, atreverse a explorar en áreas que dejamos, pero nos eran atractivas intelectualmente.
Cuidar nuestra apariencia e imagen personal. Realizar arreglo personal diariamente, sentirse vigente y capaz, cultivar una imagen activa y positiva.
Como vemos la situación de los adultos mayores se compone de aspectos, factores y elementos varios, cuya construcción debemos realizar en conjunto para un logro pleno.
Eduardo Gatica Cereceda, Académico Terapia Ocupacional, U. San Sebastián.